También conocida como

la ciudad blanca

Mérida, bonita y con riqueza gastronómica es conocida por sus cenotes y la calidez de su pueblo. Remóntate a tus orígenes en el recorrido por la maravillosa Ruta Puuc: en Uxmal, Kabah, Sayil son inolvidables y están llenos de energía Maya. Ve a Celestum, disfruta desde el viaje en lancha hacia el santuario de flamencos hasta su playa de arena blanca, agua cálida y suave oleaje. Persigue sus sabores en la Plaza Grande, no solo las marquesitas yucatecas te llevarán de viaje, sino que todo su alrededor es un volver en la historia.

Temporada en Mérida

La temporada de invierno va de diciembre a enero, la de semana santa va de marzo a abril y la de verano va de julio a agosto. Toma en cuenta que mucha gente viaja en estas épocas.

Centro Histórico

El centro histórico de la ciudad, con sus calles empedradas, sus edificios de la época de la Colonia, sus museos, restaurantes y cafeterías con vista al Zócalo y a la Catedral, constituye en sí mismo un atractivo para el visitante que quiere por un día relajarse y disfrutar una tarde tranquila sin preocupaciones.

La Catedral

En Mérida, como en cualquier ciudad trazada en la época de la Colonia, se puede apreciar una hermosa iglesia principal en el centro histórico, justo frente a la Plaza Grande. La Catedral de Mérida combina varios estilos en su arquitectura, ya que la fachada es renacentista y los retablos son barrocos, mientras que las torres y el interior de la misma cuentan con un estilo morisco.

Casa de Montejo

Aunque construida hace más de 450 años, la hermosa fachada de esta casa se conserva magníficamente hasta nuestros días. El estilo de su ornamentación es la muestra perfecta del usado por los plateros españoles en el siglo XVI, por lo que este edificio ha sido considerado como la joya más valiosa de arte “plateresco” del país

Paseo de Montejo

Construido en homenaje al fundador de Mérida, Francisco de Montejo, este hermoso paseo aglutina a las más bellas construcciones de todo Mérida. Fue incorporado al trazo urbano de la ciudad en el siglo XIX, cuando el presidente Porfirio Díaz puso de moda la arquitectura afrancesada como parte de los festejos por el Centenario de la Independencia.